Aeropuertos
De pie, frente al área de llegadas, he descubierto que el amor
concentrado por la espera, vuelve a los humanos seres blandos que,
de un momento a otro, desaparecerían por las coladeras;
actitud tan solo pospuesta por el infinito placer que supone el encuentro
con la persona amada. Más tarde, por los sólidos pasillos, se pueden escuchar
las risas de los muros y las pantallas al ver como los enamorados,
van dejando tras de si residuos de su amor diluido,
un liquido espeso sobre las lozas del un suelo superabsorbente que lo esconde,
para que aquellos a quienes nadie espera, no se den un balazo
con las gomas de la fuente de sodas.
Todo es parte de un tratado antiguo que explora la duración del tiempo
con respecto a nuestra prisa y nuestros acompañantes.
No puedo mencionar con exactitud sus postulados, pero supongo
serán lo suficientemente congruentes para no dar a mi relato mas validez
que la que el lector suponga necesaria, en cuyo caso comprenderá de que
he estado hablando, y sabrá a ciencia cierta que no ha perdido el tiempo
si ha llegado hasta este punto, sino al contrario, habrá ganado tiempo mientras
espera y se niega a derretirse frente a un vuelo retrasado.
Edel Juárez, México


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